Cortando la fina y celeste piel, un letrero de humo atraviesa el firmamento. Un hombre levanta el brazo y susurra unas palabras al oído de la mujer que lo acompaña. Se besan.
Quinientos metros adelante, en el mismo parque; otro hombre está pagándole al representante del aviador, por el letrero que su novia jamás vio.
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